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Veo-Veo: Una montaña, conquistando el Alex Knob Track

Como buena persona amadora (y armadora) de listas, tengo en mi haber listas de absolutamente todo, y en mi lista sobre cosas que hacer algún día, figuraba: hacer cumbre en una montaña.

Cuando estuve en Chubut (al sur de Argentina) con Aníbal, allá por el 2012, hicimos una especie de cumbre en una pequeña montaña sobre la que no había indicaciones que se podía subir, pero mi viejo subió, entonces salimos atrás. Después no podíamos bajar y estuvimos una hora meditando cómo carajo hacer para descender sin caer rodando y morir quebrados y desangrados (?), mientras mi viejo nos filmaba de abajo y gritaba indicaciones. Pero esa es otra historia.

Toda la vida quise subir una montaña. Ver qué se sentiría caminar horas y horas, por senderos a lo Indiana Jones, luchando con fauna salvaje (?) hasta llegar a la cima y contemplar un paisaje alucinante. Y lo pude hacer hace algo así como medio año atrás.

En agosto de 2013 hice mi primer viaje sola importante. Ya estaba en Nueva Zelanda, pero antes había estado siempre con Aníbal. Esta vez, hacía un mes que Aníbal ya estaba en Argentina y a mí me quedaban dos semanas para irme a Europa, y como nunca había viajado sola, decidí viajar una semana dentro de Nueva Zelanda, como para “practicar”. Medité un rato las opciones y decidí irme a recorrer los glaciares neozelandeses.

Llegué a Franz Josef al mediodía y llovía a cántaros. Fui al hostel, dejé la mochila y me fui al I-site a pedir mapita e indicaciones sobre qué hacer y cómo. Cuando volví al hostel y fui a mi habitación, había una alemana super buena onda que hablaba hasta por los codos y hablando de todo un poco me dijo que tenía ganas de hacer “that 8 hours walk track, four hours walking up the mountain to see the whole glacier. Let’s do it, TOMORROW.” ¿Cómo me iba a negar? Aparentemente no había que ser montañista exprimentado, solo tener un buen par de borcegos, mucha voluntad y un poco de aguante físico. Yo venía de trabajar un año y medio un promedio de 9 horas por día en el campo, nunca tuve tanto aguante físico como en ese entonces.

Mientras seguíamos haciendo planes en la habitación (mientras mirábamos nuestras partes preferidas de How I met your mother) entró una china también super buena onda que nos preguntó qué organizábamos y cuando le contamos, obviamente se re prendió. Pero acá tengo que hacer una aclaración: yo soy básicamente un pibe, si es por mí ando todo el día en jogging, haciendo caminatas o actividades así, embarrándome, etc., la alemana más o menos igual, nada más que en rubio y se maquillaba (?), pero la china…la china era una minita all the way (?). Estaba haciendo la Working Holiday Visa, sí, pero, creo que con este pequeño dato no hace falta aclarar más: tenía dos valijas tamaño eltitanic y de color rosas chicle.

Por lo tanto, éramos un trío medio complicado para la hazaña que teníamos ganas de hacer. Porque ninguna de las tres tenía mucha idea ni experiencia. Aún así seguimos organizando y decidimos salir tipo 8 de la mañana porque si en teoría era una caminata de 8 horas…a nosotras seguro nos iba a llevar diez.

Al día siguiente, me levanté re emocionada. Con la china fuimos al super a comprar provisiones mientras la alemana hacía skype con su novio. Mientras estábamos en el super, la china empezó a decirme que tenía miedo. Que nunca había hecho ninguna caminata. Que caminaba mucho en China, en los shopping walks, que es cuando salen de compras a los shoppings, que son tan grandes que caminan todo el día, pero eso era todo. Que quería hacerlo porque seguro el paisaje era increíble pero no se animaba. Le dije que ni se preocupara, que en el i-site nos habían dicho que cualquiera podía hacerlo, que además íbamos las tres y que nos íbamos a ayudar. Que salíamos temprano justamente para poder hacerla a nuestro ritmo. QUE LE PONGA ONDA QUE LA ÍBAMOS A PASAR GENIAL.

Obviamente, entre una cosa y otra (peleas de pareja por skype y charlas motivadoras), terminamos saliendo a las 11 de la mañana. Era invierno. Anochecía rápido. Íbamos a tener que hacerla a las corridas. A todo esto, primero teníamos que caminar media hora hasta llegar a la base desde donde arrancaba la caminata. Por lo que en realidad terminamos empezando la subida a las 12 del mediodía. Había muchas nubes y probabilidades de lluvia. No importaba. CAMINATA, MONTAÑA, SEEEEEE.

Ni hicimos media hora de caminata que el paisaje ya era increíble. Porque Nueva Zelanda es así. No tenés que moverte que todo lo que tenés alrededor es un paisaje fotográfico. Así que el optimismo iba creciendo a medida que avanzábamos (al contrario de nuestra velocidad, que cada vez disminuía más).

Nueva Zelanda

Seguimos caminando, sacando fotos, admirando el paisaje, hasta que, después de lo que pareció una eternidad (no queríamos mirar la hora hasta que notáramos que el sol había caído un poco), llegamos. O eso creímos.

Había una pareja de canadienses lesbianas tomando birra, this is our only kind of sports: the beertrack. Les sacamos unas fotos y comentamos lo bueno que había sido todo hasta que…una de ellas nos tiró el balde de agua helada recién salida del glaciar que teníamos en frente: “guys, but this is only the first stop, you’ve got like 4 hours up the mountain”.

¿QUÉ?

Nos miramos entre las tres…la china puso cara de por favor, no. Miramos la hora. Las dos y media de la tarde. Teníamos algo así como 5 horas más de sol. Ya estábamos ahí, decidimos seguir. Y la cosa se fue poniendo cada vez más complicada. El aire era super húmedo, todo estaba re mojado, los caminos eran patinosos y estrechos y…TAN TARÁN TAAAAAN, TAN TA RÁAAAAN *suena la música de Indiana Jones*.

Nueva Zelanda

Seguimos caminando, trepando, rodando, llorando (?), ayudándonos las unas a las otras, hasta que finalmente llegamos…a la segunda parada. Sí, el paisaje era excedentemente genial. Pero por Dios, yo no podía más. Onda, el aire era re pesado y sofocante, pero a la vez hacía frío. Ya no me daban los gemelos para seguir trepando. Era una gran tortura. Encima quería ir rápido porque realmente el camino era muy estrecho por momentos y TODO MEGA RESBALADIZO. No daba hacerlo a oscuras. Íbamos a morir.

Eran las tres y media de la tarde y recién estábamos a un poco más de la mitad. Aceleramos el paso lo más que pudimos pero estábamos a punto de abandonar cuando en uno de los giros de la montaña nos encontramos con PEQUEÑOS RASTROS DE NIEVE. No había CHANCE que emprendiéramos la vuelta. Había que seguir. MALDITOS PAISAJES INCREÍBLES.

A duras penas continuamos la travesía. De lejos pareceríamos cualquier cosa y seguro dábamos pena: obviamente me caí, pero nada grave, la china suplicaba frenar y el último tramo tuvo clavada una expresión de odio mezclada con angustia y la alemana nos arengaba cantando en alemán. Todo muy bizarro hasta que finalmente…tipo cinco de la tarde…

Creo que jamás en la vida tanto esfuerzo tuvo un fruto tan merecedor de ese esfuerzo. Y de hecho, de haber sabido lo que iba a ver, hasta haría el triple esfuerzo. Definitivamente fue uno de mis mejores momentos en Nueva Zelanda.

Nueva Zelanda treaking

Si antes parecíamos tres locas de mierda, ni les cuento cuando llegamos: las tres lagrimeando y gritando lo linda que es la vida, el mundo, los paisajes y viajar.

veo veo una montaña

veo veo una montaña

 

Lo triste fue que como llegamos muy sobre la hora, no nos pudimos quedar mucho tiempo admirando la belleza porque si no corríamos el riesgo de que fuera nuestra primera y última gran travesía. Bajamos prácticamente corriendo y obviamente llegamos de noche pero por suerte la parte más grave de la caminata logramos hacerla con los últimos destellos de luz.

Definitivamente fue uno de esos momentos épicos que se recuerdan para siempre. Lleno de muchas emociones. Lleno de minutos de paz interior. De esa paz que te congela el alma y solo te dan ganas de gritar LA PUTA QUE VALE LA PENA ESTAR VIVO. Lleno de inmensidad, de sentirte insignificamente pero a la vez sinceramente agradecida con la vida.

Más allá del paisaje increíble, lo que más rescato también es haberla hecho en compañía de esas dos locas de mierda que serán parte de uno de los mejores recuerdos de mi vida. De llorar juntas cuando llegamos y la cantidad de agradecimientos por parte de la china de haberla convencido de hacerlo y haberla motivado cuando tenía ganas de tirar todo a la mierda.

Ese día no solo vi una montaña, sino que la viví y la recorrí y va a ser para siempre mi primer (de espero sean muchas) grandes conquistas montañísticas. 

Titín!

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*¿Qué es Veo Veo? Es, ante todo, un juego, una excusa para conocer lugares de la mano de otros viajeros, contarnos historias, viajar aunque no tengamos la oportunidad de hacerlo, encontrarnos. Se realiza una vez al mes y las temáticas se eligen en el grupo Veo veo en Facebook, y por medio del hashtag #VeoVeo en Twitter y otras redes sociales. ¿Querés jugar? ¡Veo veo! ¿Qué ves?

*¿Querés  leer más Veo Veos? Los podés encontrar acá: 

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