Nueva Zelanda,  Reflexiones

Nostalgia del viajero

Últimamente Nueva Zelanda está volviendo mucho a mi presente, más seguido que de costumbre.

Me pregunto si les pasará a todos los que vivieron ese viaje. Asumo que tal vez solo a los que Nueva Zelanda fue su primer viaje. Como en mi caso.

Nueva Zelanda (o el primer viaje de cualquier persona), es un antes y un después que no se puede explicar. Es totalmente nostálgico; y eso que yo seguí viajando. ¿Cómo vive un primer viaje; un viaje de más de medio año al exterior, una persona que después tuvo que volver a la vida de siempre?

¿Lo vive como un sueño? ¿Cómo una realidad paralela? Yo trato de recordar mi vida ahí, esos 15 meses, y me parece muy lejano. Pero fue solo hace dos años (dos años y medio casi). ¿Cómo puede ser que no me acuerde? O que me acuerda como si hubiera sigo hace 10 años.

¿Y de mi vida antes de viajar? Pfffffffff.

Es que después de Nueva Zelanda toda mi vida perdió perspectiva. Todos los preconceptos, todo lo asumido, todo lo que hay que hacer según los estándares sociales, ahora es una maraña de hoy es un día nuevo ¿qué hago?

Me acuerdo qué pensaba antes de viajar, cómo sufría las obligaciones sociales que no entendía. Me corrijo. No me “acuerdo”. Lo que recuerdo es cómo en Nueva Zelanda me cambió la cabeza, tomé decisiones y mi vida empezó de cero. Lo recuerdo porque sé que pasó. Pero no lo puedo sentir.

Fuera de joda, viajar me dejó la cabeza dada vuelta. Porque cuando tenía una vida rutinaria, muchas situaciones estaban marcadas por hábitos que hoy ya no conservo o que hoy no significan lo mismo.

Desde Nueva Zelanda que no me puedo “sentir de vacaciones”. Antes de viajar, el hecho de salir de mi ciudad implicaba estar de vacaciones. Pisar una playa era estar de vacaciones, o ver un paisaje desconocido. En estos dos años estuve en 3490 playas, montañas, ríos, castillos, acantilados y todo mientras trabaja. La adrenalina de ver la playa y decir SEEEE POR FIN, ya no la tengo.

Obviamente que prefiero mi estilo de vida actual. El hecho de ver una playa y sentirme un esclavo relajado no está bueno. Pero es nostalgia. Siento nostalgia de no acordarme cómo era esa sensación.

Sigo necesitando mi tiempo sola por momentos, pero la verdad es que me acostumbré a estar con gente todo el tiempo. Y gente nueva. Todos los días puedo arrancar de cero. Ya no me acuerdo cómo era vivir sola. Ya no me acuerdo cómo era ser precavida con mis cosas (y así me robaron la cámara).

Viajeros
Con los pibes en Motueka, Nueva Zelanda.

No me acuerdo cómo era levantarme y simplemente ir al baño. Desde hace dos años y medio es despertarme, ver la hora y calcular si los baños estarán ocupados o no. Agarrar la toalla, los petates bañeros y la ropa para cambiarme. No me acuerdo lo que era cambiarme en el cuarto o en la cocina sin tener que pensar en otra cosa. Ahora es levantarme, y a malabares ponerme el corpiño viendo si alguien está despierto o no. Si hay alguien despierto, taparme con una toalla o debajo de la sábana.

El piyama antes era algo privado. Si estaba en piyama, verme era un privilegio de mis viejos y mis amigos. Ahora ando en piyama adelante de todo el mundo. Con la toalla en la cabeza o totalmente despeinada.

Tantas situaciones que implicaban sensación de pudor o vergüenza, desaparecidas.

Me doy cuenta que soy totalmente otra persona, pero ya estoy tan acostumbrada a esta vida que sólo recuerdo en palabras, pero no en sentimientos. Si me preguntan, lo relato como un cuento, como si hablara de una tercera persona. Sé que pasó, sé que antes era distinta. Lo sé cómo si se tratara del personaje de un libro.

Antes un privilegio era ir a algún recital muy caro. Hoy privilegio es ir a un café.

Nueva Zelanda fue un quiebre en mi vida. Y es ese momento el que me da nostalgia. El momento del cambio, el momento de entendimiento y decisión. La adrenalina de estar redescubriendo mi vida, de darme cuenta que al final todo era como pensaba. El momento de cagarme de risa porque estaba haciendo malabares para cambiarme en la habitación de un hostel con mil personas. Ahora soy la capa del corpiño: en tres segundos me cambié entera y nadie se enteró.

Llegó el momento de asumir que es probable que los que elegimos vivir de viaje tenemos un problema de inconformismo. Hablo por mí mejor. Siempre quiero ir un poco más allá. No es que me la paso pensando en otras cosas. Desde que vivo de viaje vivo el presente. Pero el presente, si se vuelve rutinario, me empieza a molestar. Nací para estar dando vueltas todo el tiempo, y al mismo tiempo, extraño la sensación de lo nuevo que era todo cuando empecé.

No soy una inconformista, soy una maldita ciclotímica (?).

Un gran viaje, es un antes y un después y si yo estoy así, ¿cómo lo viven los que tuvieron que readentrarse al sistema? ¿Cómo se vuelve?

¿Se vuelve o es una nostalgia constante?

Mientras pueda voy a seguir viajando y acumulando nostalgias. Nostalgia por lugares visitados a los que no sé cuándo voy a volver, sobre personas que conocí que no sé cuándo volveré a cruzar, pero más que nada, nostalgia por sensaciones que sé que en cualquier momento van a desaparecer.

Titín!

8 Comentarios

  • paularociio

    Y acá estoy yo, un pasito antes, mañana voy a aplicar a la working holiday de Australia (dicho sea de paso nadie a excepción de mis padres sabe de esto y necesitaba contárselo a alguien jaja) y pensando en cómo será mi vida en el futuro, si lo voy a poder soportar, si me voy a querer volver a mi casa a las dos semanas, si … tantas cosas…
    Estoy un poco asustada (un poco? ja! estoy temblando!) pero creo que tu post me vino del cielo, está bueno leer de alguien que de cierto modo extraña todo eso, quiere decir que es una buena experiencia y debo aprovecharla al máximo! (perdón por todo el rant en tu post, pero necesito apoyo emocional de otros viajeros jajaja)
    Que no se pierda la magia de seguir viajando y a seguir creando recuerdos titín! Buenos caminos!

  • Francisco González

    +1000000. Nueva Zelanda también fue mi primer viaje y también me pasa que extraño todo. La sensación de libertad del primer viaje, sorprenderse con todo y con cada boludez. Ahora otro lugar nuevo ya no asombra tanto… otra ciudad, otra playa, otro castillo… meh. Síndrome del viajero, me dijeron que se llama. Si averiguás como se cura avisame!

  • Flor

    Es así eh… me sentí totalmente identificada. Me dio risa el ”un privilegio es ir a un café”. es verdaaadd!!! justo estoy pasando por una nostalgia al momento pre-viaje, y tu post me vino perfecto para explicar esta melancolía-tristeza-nostalgia-ese-no-sé-qué que no tenía nombre hasta ahora. Gracias! 🙂

  • Andy

    Ehh.. justo cuando están por abrir la pág del gob para aplicar la working holiday (a días nomás) de repente me agarraron dudas. Me enganché en un taller literario y por primera vez estoy completando una idea. El taller dura un año y medio.. realmente estoy pensando en no aplicar para quedarme el año que viene en el taller, terminando una novela de la que me sentiría muy insegura de escribir sin la instrucción del taller. Es la primera duda grosa que tengo.. todo lo demás me chupa un huevo

  • Nati Bainotti

    Creo que caí de es cuando ayer, alguien me dijo “se te ve muy segura, estás muy desenchufada del sistema” Y la verdad es que sí, ahí caí en cómo viajar me hizo olvidarme de todas esas cosas que a las que estamos acostumbrados por el sistema y que viajar, siempre, te las hace olvidar =)