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El mundo no se puede cambiar

Hará un mes estaba yendo a visitar unas cascadas australianas. Iba sentada en la parte de atrás de una van, tomando mates, sonriéndole a la vida y volviendo a sentir (después de mucho tiempo) la libertad de estar de viaje.

En el torbellino de pensamientos que tuve en esa hora que duró el viaje, se me vino a la mente el tema de querer cambiar el mundo. No puedo hablar por todos, pero estoy segura que el 90% de nosotros, de chicos, o en algún punto en nuestra adolescencia pensamos y sentimos que teníamos que cambiar el mundo. Porque en la cantidad de enseñanzas y lo que aprendemos de la sociedad que nos rodea, sabemos que hay algo que está mal, que hay gente mala, que el sistema no funciona y entonces, te rebelás y: ahhhhh, HAY QUE CAMBIAR EL MUNDO.

Y después nos encontramos con que, diría Mafalda:

¡Sonamos muchachos! ¡Resulta que si uno no se apura a cambiar el mundo, después es el mundo el que lo cambia a uno!

Pero a no desesperar que acá, Titín, tiene la solución a este problema de no poder cambiar el mundo.

No mentira, es solo un pensamiento.

Creo que el motivo por el que al final nadie cambia el mundo es que de entrada es un concepto gigante que está totalmente fuera del alcance de nosotros mismos. Si sos de ese 70% que después de decir “voy a cambiar al mundo” realmente un día se sentó a ver cómo podía hacer, seguro te encontraste a vos mismo ahí con el culo en la silla, con una hojita con la lista de quehaceres para cambiar al mundo y te diste cuenta que no sabías ni por donde empezar. Te cayó la ficha de la magnitud de la cuestión, te sentiste sobrepasado y probablemente te frustraste dándote cuenta que “cambiar el mundo” es imposible . Y una tarea que de entrada es imposible, obviamente terminará frustrándote incluso antes de emprenderla.

¿Será que está hecho a propósito? ¿Será que el concepto de “cambiar el mundo” está hecho para que nosotros mismos nos frustremos y no hagamos nada por “cambiar el mundo” porque nos damos cuenta que es una tarea imposible para una sola persona?

Es como que al mismo tiempo por ser un concepto tan general y amplio, hasta nos termina sonando abstracto. Cambiar el mundo suena ajeno, distante, imposible. No nos damos cuenta que el cambio empieza por nosotros y sí importa.

Si pudiera meterme en los libros de educación o en las charlas escolares o donde sea que hayamos sacado la idea de cambiar el mundo, cambiaría todo, pondría el énfasis en nunca cambiar tu esencia  y segundo, haría terrible énfasis, onda haría un power point (re vieja…¿qué se hace ahora?) y que toda diapositiva imponga la importancia que tiene el pequeño granito de arena que podemos poner y que 100% cambiará el mundo de una persona. Y si el amor, la sonrisa y la compasión son contagiosas, es más probable que logremos un cambio verdadero, que intentando de entrada cambiar el mundo. Que “cambiar el mundo” sea solo una frase metafórica (que lo es) pero que al mismo tiempo, no subestime el poder de cambiar lo que nos rodea. Lo que sí está a nuestro alcance.

Obvio que hay gente con a capacidad de mover montañas, pero si sos de los que se frustra ante los grandes emprendimientos, NO TE DETENGAS, que no se te vaya la lucecita que se acaba de encender en tu corazón que te dice que tenés que hacer algo, que tenés que dar lo tuyo, que el sistema no funciona y hay que moverse. NO TE DEJES CAER PENSANDO EN EL IMPOSIBLE. Creá un proyecto para la escuela de tu barrio, viajá por el mundo como voluntario, hacé poesía, regalá felicidad.

Te estoy hablando a vos, que estás ahí del otro lado de la compu, sintiéndote insignificante frente a “el mudno”, teniendo pensamientos al estilo “qué carajo puedo hacer yo por el mundo”, “claro…seguro que lo que haga yo ahora va a ayudar en algo…obvio que no…entonces mejor…ni me gasto”.

Sí tenés que gastarte.

Sonreíle siempre a la vida. Caminá por la calle diciendo buen día y sonriendo. La gente está tan poco acostumbrada que te prometo que la vas a contagiar. Cuando le sonreís a alguien que no se lo espera, su primera reacción va a ser sonreir. Lo vas a tomar por sorpresa y no le va a quedar otra que la sonrisa espontánea. Y funciona. Lo hice, lo hago y siempre funciona. Y es re bonito.

Cambiar el mundo, así de entrada, de un día para el otro no se puede, pero sí podemos cambiarle la vida a mucha gente y ahí empieza el cambio. Tal vez no lo veas, pero podés morirte feliz que sí dejaste algo que prosperará más que tu existencia.

Hacés una pavada que no te cuesta nada y le alegraste la vida a una persona, ese cambio importa. El mundo…bueno…de a poco. Está tan cagado que ¿qué podés hacer vos desde tu lugar? Sí, podemos intentar una revolución, en una de esas nos unimos todo y logramos algo, pero mientras tanto, observá a tu alrededor y fijate que probablemente haya personas cercanas que necesiten de vos tanto como el mundo te necesita. Porque el mundo somos todos, y cada uno de nosotros tienen un mundo que anda necesitando la empatía del otro.

Repito: las buenas energías, el amor, la empatía, las sonrisas son super contagiosas. No dejemos de lado el día a día, no subestimemos nuestro poder de “cambiar” porque no podemos “cambiar el mundo”. Vos podés cambiar, pero empezá de a poco, que hay tanto que cambiar, que “el mundo”, puede esperar.

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