Viajar sola
Reflexiones

Viajar sola a veces es esto

Viajar sola puede ser mucho en todos los sentidos.

Viajar sola fue lo mejor que hice en mi vida y creo que aún me quedan muchas cosas por aprender.

Ustedes saben que aunque me pasa de todo (es que soy re Yuyín), siempre veo el lado positivo. Porque me gusta lo simple y suelo ser feliz con poco

OH ESE PERRO TIENE LA COLA PELUDA…VEN ACÁ PERRITOOOOO

Pero una cosa no quita la otra. No soy feliz todo el tiempo (no creo que nadie lo sea) ni tampoco es que no tenga sentimientos. Es que aprendí a asumir la consecuencia de mis decisiones.

No viajo sola esperando que todo me salga bien, porque es imposible.

De lo que sí estoy segura, es que incluso cuando te vaya mal, alguien va a aparecer para ayudarte. Siempre. Aunque, a veces, esa persona aparece cuando ya estás en la lona total.

Viajar sola es una forma de autoconocimiento que creo que ninguna otra cosa en la vida puede darte. Y sola me refiero a completamente sola (bueno, o solo jaja). Ni con amigos ni pareja ni el perrito.

No es la primera vez que lo hago, ni tampoco la primera vez que caigo a un país que no se habla inglés, pero Rusia sí fue mi primera prueba viajera “extrema”. Lo pongo entre comillas porque creo que hay países más complicados, pero en lo que va de mi experiencia, Rusia fue lo más increíble que me pasó.

El primer país al que fui sola y que no se hablaba inglés fue Alemania pero la diferencia es que fui porque me había invitado una amiga que me hice en Nueva Zelanda y me estaba esperando en el aeropuerto de Munïch apenas llegué.

Bueno, sí puedo recalcar que fue la primera migraciones que crucé donde no se hablaba inglés (en ese momento yo solo tenía pasaporte argentino) y el de migraciones me hizo sufrir un poco. Me super cuestionó hasta mi existencia pero, más allá de eso, mi estadía en el país no tuvo otra complicación más que asegurarme de seguir a mi anfitriona.

El segundo país al que caí de la nada fue Corea. Pero Corea, ustedes saben, es como mi segundo hogar. Definitivamente debo haber sido coreana porque por alguna razón entiendo todo, todos me integran como si fuese una más y jamás tuve problemas con nada. No sé, es raro.

El tercero fue Malasia. Pero Malasia tuvo ambas cosas. Llegué sola pero, al igual que Alemania, había sido invitada por una malaya que conocí en Corea. Después de una semana en Kuala Lumpur me fui unos días sola a Melaka y ahí me tuve que manejar por mi cuenta, pero no sentí tanto el choque cultural (estaba lleno de coreanos jaja).

El cuarto fue Australia, pero ni bien llegué conocí mil argentinos, chilenos y latinos hermosos que me alegraron la existencia de una.

El quinto fue Mongolia, que si bien llegué sola y fue medio a los tumbos, el resto del viaje lo hice con mis amigos chilenos así que, aunque nadie hablaba inglés, por lo menos entre los 3 algo hacíamos.

Y después llegó Rusia. Entré y las dos primeras paradas de Siberia las hice con los chilenos y después quedé sola.

El día que los fui a despedir, me dio mucha nostalgia, de esa nostalgia viajera horrible, pero también, había algo más.

viajar sola
Los chilenos yéndose en el tren *suena música triste*

En ese momento no me podía dar cuenta porqué me sentía tan rara, pero ahora creo que fue porque en el fondo sabía que se venía un viaje fuerte.

Desde que se fueron los chilenos hasta hace 4 días que nunca más encontré a alguien para hablar en inglés (o bueno, español, pero eso ya era demasiado pedir). Estuve prácticamente un mes intentando comunicarme por señas y traductor. Que ya lo dije pero lo repito: me encanta y me divierte y es buenísimo ver las caras de desesperación de la gente cuando te quiere ayudar pero no sabe cómo; pero durante un mes, siendo la única persona (porque si estás con otro viajero te podés reir o compartir la situación) te la regalo.

Porque en Malasia o en Corea, por ejemplo, si me perdía en la calle tal vez tenía que hablar por señas para poder llegar hasta al hostel, pero una vez ahí, había viajeros de todos lados, me hacía amigos y salía a pasear con alguien.

En Rusia, en todos los hostels que me quedé siempre fui la única extranjera. Y a veces, hasta era la única hospedándose.

Con todos los rusos que conocí que me hablaron en inglés (los tengo contados con la mano), tuve la misma primera conversación:

¡Hola! ¿De dónde sos?

Holaaa, de Argentina 🙂

OHHHH, qué lejos ¿y qué hacés acá?

Viajando.

*con la mayor cara de sorpresa posible*

¿QUÉ? ¿PERO POR QUÉ?

¿Cómo por qué?

Nadie viene a Rusia a viajar. O bueno, a Moscow o Saint Petersburgh, ¿pero qué hacés en *inserte ciudad Rusa random*?

Cada vez que escuchaban que había alguien de afuera, asumían que era alguien que había venido a trabajar unos días, que alguna multinacional me había enviado a Rusia a hacer negocios. Todos pensaron lo mismo, y todos tuvieron esa reacción.

La primera vez me quedé más asombrada yo con la pregunta que ellos con mi presencia, pero ya después me reía. Nunca me había pasado que la gente no pudiese creer que estaba en su país/ciudad por voluntad propia.

Estas pequeñas anécdotas las expongo (?) para que entiendan mi nivel de soledad.

Y así venían mis días.

Hacía casi una semana que me había separado de los chilenos y mi ánimo empezó a decaer. No exageradamente mal, pero sí estaba cansada de no poder hablar, de no poder compartir una salida o una caminata con alguien. De no poder comentar algo gracioso que acababa de ver en la calle. Repito, no es la primera vez que viajo sola, pero sí la primera vez que no puedo encontrar a alguien ni en el hostel (ni couchsurfing, ni nada) durante tanto tiempo.

Llegué a Omsk. Caminé una hora hasta el hostel, no lo encontré, di vueltas durante unos veinte minutos hasta que me cansé y le mostré mi celular a una señora que estaba paseando un perrito. Nunca me entendió, pero me hizo seña como que espere. Se sentó en un banco y dejó de mirarme. Yo no estaba segura si había entendido mal o si realmente tenía que esperar, y como estaba cansanda, me senté también. Al rato cayó una minita y la señora la llamó a los gritos para que venga y entre las dos finalmente me entendieron y me llevaron hasta la puerta del hostel.

Entré, las de recepción tampoco hablaban inglés (aunque le ponían toda la onda), y por lo poco que entendí, era la única guest.

Me tiré en la cama y otra vez el ánimo me empezó a flaquear. Es que había tenido la esperanza de llegar al hostel y aunquesea hubiese algún extranjero o algún ruso que hablase inglés.

Hacía casi una semana, había tenido un sueño muy feo sobre una de mis abuelas. Me desperté traumadísima y le iba a escribir a mi mamá preguntándole si mi abuela estaba bien, pero en el fondo, el sueño había sido tan real, que ni quise preguntar. No quería ninguna confirmación.

Ese día me fui a pasear por la playa de Omsk, me divertí bastante por lo bizarro y volví.

Me acosté con la esperanza que al día siguiente cayera algún extranjero, pero no.

Y no solo eso, sino que lo único que me cayó fue un mensaje de mi mamá contándome que hacía unos días (el día que lo soñé) mi abuela había sufrido un ACV. No me iban a contar, porque no había nada que yo pudiese hacer y al parecer podía recuperarse, pero bueno, me terminaron contando.

Y si ya venía sintiéndome sola, se podrán imaginar cómo me sentí en ese momento.

Más lejos que nunca, más sola que nunca, sin siquiera con alguien al que haya conocido hacía una hora, no importaba, no tenía a nadie con quien hablar, descargarme, lo que sea.

No podía hacer otra cosa más que pensar, llorar y seguir pensando y llorando en silencio (buenaaaa tristezaaaa…no, pero fuera de joda, muy triste).

Tenía todo un viaje pensado a Kazajistán, pero con los ánimos por el piso, lo último que quería era una aventura a más señas e incertidumbre. Estaba cansada de estar sola. Y para que se entienda bien, el problema no es “viajar sola”, el tema es viajar sola por un lugar donde no hay viajeros que puedas conocer, o gente que hable tu mismo idioma.

Me quedé dos días más en Omsk sin saber para dónde ir. Sabía a dónde iba todo el mundo pero me daba fiaca. Pensé en ir directo a Moscú, que sabía que sí o sí tenía que habar extranjeros o por lo menos los del hostel seguro hablaban inglés, porque realmente necesitaba hablar con alguien. De pavadas. Lo que sea. No le iba a ventilar mi vida penosa a un extraño pero quería charlar. Soy un ser muy sociable y necesito compartir.

Y mirando el mapa para decidir la ruta de una vez vi Ufa.

Mah sí, yo voy. Tengo un estado de ánimo totalmente ufístico.

Para poder ir a Ufa, tuve que combinar dos trenes. Terminé en Kurgan y en el tren de Kurgan a Ufa conocí a Elena, una rusa que había estudiado español en la universidad y estaba feliz de haberse encontrado conmigo (y yo con ella) para poder practicar su español.

La felicidad que me brotó cuando esa mujer empezó a hablarme en español no tiene nombre. Claramente tenía que ir a Ufa.

Charlamos un montón y me preguntó cuáles eran mis planes, le dije que después de Ufa no sabía (le conte por qué estaba yendo a Ufa y se cagó de risa). Ella me recomendó ir al Mar Negro

¿por qué no te vas a meter un rato al mar?

Claro.

Y así fue cómo terminé en Sochi (pasando por Novorossick y Krasnodar).

Ya les voy a hablar de todas las ciudades y sus cositas lindas, pero mis penurias viajeras (que es lo que quería contar acá), no terminan ahí.

Llegué a Sochi, todavía triste pero con las ganas de hablar apaciguadas por mi mágico encuentro con Elena.

Llegué al hostel de Sochi y la recepcionista, hablaba inglés y la otra manager, también. Y si bien, todos los guests eran rusos, mal que mal algo de inglés hablaban y si bien paseé sola, cuando volvía al hostel podía charlar con alguien.

Pero…

Al tercer día (el primer día que me había metido al mar) me intoxiqué, insolé y deshidraté todo junto.

Terminé en cama pasando 12 horas con fiebre y dolores de panza horribles.

De tener que llamar a la guardia, que digan que venían en una hora, que pasaran 4 y sigamos esperando para decidir cancelar porque yo ya me estaba quedando dormida y después de doce horas de dolor, ya me estaba sintiendo mejor (había podido empezar a tomar agua y entré a recuperarme).

No saben la imagen triste que fue estar poniéndome yo misma los paños de agua fría en la cabeza para bajarme la fiebre. En ese momento me empecé a reir sola. Nunca me había tenido que autoponer un paño de agua fría. Es como que poner un paño de agua fría para bajar la fiebre es un acto de amor que uno hace por otro (familia, amigos, pareja), ¿quién se autopone un puto paño? AY QUÉ TRISTE.

Menos mal que este hostel donde agonicé fue el primero en todo Rusia donde las managers hablaban inglés y pudieron llamar a la guardia (que no sirvió pero bueno jaja) y además me compraron agua mineral y esas cosas. Nunca me había sentido así en 4 años de viaje pero, si bien me pasó en el país más radical, por suerte fue en el único hostel donde me estaba sintiendo un poco como en casa.

Un besito para los de la guardia que seguro se olvidaron de mí.

Pero en fin, viajar sola, además de lo mágico y lindo y maravilloso, también significa que si pasa algo puede que no tengas a nadie con quien compartirlo (NI NADIE QUE TE DE UN ABRAZO GORDO Y TITINI DE CONTENCIÓN) o que te enfermes y tengas que autoponerte paños de agua fría.

Que pienses que si terminás en el hospital vas a estar sola. Y si encima en ese hospital nadie habla inglés ¿qué hacés?

Viajar sola es hermoso y estoy feliz con todo lo que me hizo crecer y la gente que encontré en el camino.

Pero igual, espero nunca más tener que autoponerme un paño de agua fría para bajarme la fiebre. Soy triste para muchas cosas pero esto fue too much.

Llegó el momento de buscar compañero de viaje, que seguro será un perro abandonado que adopte por el camino y le enseñe a ponerme paños de agua fría y cargar el termómetro por mí.

Amo viajar sola porque me hace más fuerte que la mierda *lo dice mientras termina el quinto paquete de pañuelos descartables y sigue llorando abrazada a la almohada* pero, en este momento de mi vida, estoy feliz de haber llegado a Moscú.

*quiero que sepan que acabo de llegar al hostel y ni la de recepción habla inglés…pero todo bien…ya a esta altura jaja *

Nada. Un simple descargo.

Venía poniéndole demasiada onda a la cuestión pero la mala onda y tristeza estaban tan acumuladas que si no descargo, ¿de qué otra forma puedo dejar entrar más buena onda?

Ya.

Listo.

A partir del próximo posteo, serán buenas noticias y detalles gorditos 🙂 porque dentro de lo malo, siempre me ayudaron.

Y para que no se me bajonéen, les dejo posteos sobre lo lindo que es viajar y por qué hacerlo si no se animan.

Cómo. Cuándo. Por qué cumplir un sueño.

Razones por las que viajar.

Guía práctica para vivir.

Y otros para que van que igual, siempre algo me pasa, así que tranquilos jaja

Woofing en un hotel embrujado en Nueva Zelanda

Visita cahótica a las Matu Falls (cuando rodé colina abajo en bicicleta en Nueva Zelanda)

Una experiencia Couchsurfing inolvidable

La vez que me corté un pedazo de dedo

5 Comentarios

  • Iria

    Anggie las que hemos viajado solas sabemos que todo lo bueno que compartes pesa mas que los momentos bajonetis. pero que los hay y son muchos durante un dia. “Que viajar solo, nunca viajas solo porque siempre encuentras a alguien” es un mito tambien porque para viajar solo, es sencillo, HAY QUE TENER HUEVOS, u ovarios en tu caso, es simple. Y tu los tienes del tamaño de una garrafa! 😛
    La idea de ir alternando viajes “programados” con amigos y/u conocidos con viajes en solitud plena no es mala idea asi vas balanceando tu carme interno. Te aplaudo de pie porque todo lo que estas viviendo es así tal cual para las que viajamos solas. ¡VALIENTE!

    • Titinroundtheworld

      ¡¡Hola Iriaaaaaaaaaaa!! Síiiii, exacto, habría que balancear, sino puede hacerse muy duro. Pero al final, siempre termina valiendo la pena.

      Gracias por tu apoyooooooooooooo Iriaaaaa, nos estamos leyendo, beso enormeee y gorrdo y titini acompañado de un abrazo 🙂

  • lea

    genia!

    lindo post, gracias por compartir. me sentí identificado con algunas cosas. sobre todo en que soy una persona muy social y necesito comunicarme con el mundo, esté donde esté.

    me pasó en palestina una vez, que la primer semana no me animaba a hablar mi “inglés indígena”, pero luego la necesidad fue más fuerte. lo lindo fue descubrir que todos hablan “inglés indígena” igual que yo, así que la comunicación fue muy fluida 😀

    comunicarse con otros es parte de las necesidades básicas.

    a seguir adelante!!!

  • Janette

    Hola Angie, te escribo a las 6:40 am después de haber pasado toda la noche leyendo tu blog. Lo recomendó Letu (pintandokm) en ig, entre en tu perfil y la 2da foto era de Mongolia y con eso me decidí a buscar tu blog (debería estar estudiando para 2 finales). Me encantaron tus historias y la forma de contarlas, no viajo casi nunca, pero hacer la ruta del Transiberiano/transmongoliano es un sueño que espero cumplir algún día (mi intención era ir con mi hermana, pero siendo vegetariana creo que se le va a complicar mucho). Me hiciste reír mucho con tu historia de Brendan (al chico le re gustabas) y lloré con la caminata por el desierto de Mongolia. Y así me tuviste toda la noche! Gracias por compartir de una forma tan… transparente. Saludos desde Tucumán!