Anécdotas Bizarras,  Macedonia

Cómo perder a un hombre en 4 días – 1era parte

Cómo perder a un hombre que nunca tuviste siquiera, sería el título más adecuado, pero no me entraba.

Bienvenidos a la primera parte de esta guía completa sobre cómo perder a un hombre. Guía que confeccioné basándome en mi experiencia mientras intentaba lograr exactamente lo contrario.

Vamos a la historia.

 Me di cuenta que Brendan me gustaba cuando ya sabía que no podía hacer nada al respecto. Cuando las oportunidades ya no existían. Cuando lo único que quedaba era imaginar, y la diferencia entre lo que imaginamos y lo real (a menos que hagamos algo al respecto) suele ser abismal.

O puede que no.

Yo soy de las que piensan que todo es posible; que tardando más o menos podemos lograr lo que sea. Pienso que: lo imposible está en la mente de los cómodos, que lo bueno se hace esperar, que la vida es ahora, que si no buscamos las cosas nunca nos llegarán, etc., etc., etc., EXCEPTO si hablamos de mi belleza exterior o de mi capacidad para atraer al sexo opuesto.

Ah, ahí no existe teoría automotivadora que exista. Lo único que atraigo son viejos verdes y gente creepy.

Pero volvamos a Macedonia, volvamos a esta historia que grafica mi vida en general.

Hacía 4 días que estaba en el mismo hostel, en Ohrid, una pequeña ciudad de Macedonia, esperando a mi amigo con el que iba a alquilar el departamento para vivir y escribir durante un mes (que terminó siendo un mes y medio). Era el 4to día que compartía habitación, sala común y silencios incómodos con Brendan.

Paren, volvamos para atrás otra vez, que les tengo que contar lo que pasó antes y cómo nos conocimos.

La llegada al país había sido muy buena. “Muy buena” titinísticamente hablando. Resulta que llegué al aeropuerto e instantáneamente me teletransporté a Ulaan Baator (Mongolia): las instalaciones eran escasas y no tenías ni que salir a la calle para que te rodeen tipos insistiéndote en llevarte en taxi hasta el centro de la ciudad a precios exorbitantes.

Cuando todavía estaba en Londres (en el aeropuerto de Luton) había averiguado online que la compañía aérea tenía un shuttle bus exclusivo que te llevaba hasta el centro de Ohrid. Por eso no me había preocupado en cambiar plata ni nada y había llegado a destino con cero dinero en mi haber.

Pero en el aeropuerto todo fue diferente: lo único que me encontré fueron tipos insistiéndome en llevarme en taxi. Di un par de vueltas buscando un cajero o algo para sacar plata, y mientras luchaba con mi tarjeta que nunca fue aceptada por la maldita máquina, se acerca a mí una piba que me había hablado antes de subir al avión. La flaca era británica pero había vivido en Chile un año y cuando me escuchó hablando por teléfono en español había venido a hacer sociales.

¿Cómo te vas al centro? – Me preguntó.

 

Ay no sé, porque había visto en internet que la compañía aérea tenía un shuttle gratis pero no veo nada.

 

Síiii, yo igual.

 

¿Querés que compartamos taxi?

Y mientras la piba me decía que sí, una pareja nos escucha y nos dice de compartir.

Entre los 4 peleamos los precios y nos llevaron al centro por 7 euros.

Llegamos al centro mientras oscurecía y yo seguía sin efecctivo. Salí corriendo cajero tras cajero, negocio tras negocio, buscando algo o alguien que me diera un poco de makedonian denars y pudiera pagar mi deuda al taxista que me esperaba nervioso.

Después de unos 20 minutos dando vueltas finalmente un cajero decidió contribuir a la causa.

Volví corriendo al auto, le di mi dinero al taxista y me puse a buscar el hostel.

Ya era de noche, estaba muy perdida y la sensación de estar en un país desconocido junto con la de haber llegado me invadieron al mismo tiempo. Estaba perdida, pero también estaba cansada, con ese cansancio que te da de repente cuando, después de vueltas y vueltas por días, finalmente llegaste a destino y te podés relajar.

Le hice caso a maps.me, caminé unos 15 minutos y me parecía haber llegado. Estaba todo oscuro, había un descampado y solo un pequeño cartel luminoso que decía el supuesto nombre del hostel, seguido de la palabra “apartments”. La verdad, estaba muy cansada para sospechar algo negativo, así que me metí igual.

Me subí al ascensor más bizarro de la historia (era gigante tipo los de hospital donde entran camillas, tenía un tablero archi mega tecnológico, pero la puerta se cerraba como de afuera, cuando el ascensor arrancaba, vos veías las paredes) y rogué estar en el lugar indicado.

Ahora sí.

Con Brendan, nos habíamos habíamos conocido esa noche, la noche que llegué. De hecho, él me vio en el momento en que hice mi entrada triunfal al hostel. Yo no lo vi porque estaba ocupada en mis asuntos enquilombados (para variar), que ahora paso a explayar:

Con “Entrada triunfal” *suenan platillos* me refiero a: se abre la puerta del ascensor misterioso, salgo y me dirijo a la única puerta que vi frente a mí.

Abro la puerta y me encuentro con una sala común gigante y una recepción que parecía la de un hotel.

Atrás del escritorio podía verse el espacio para guardar las llaves (algo típico de los hoteles; en los hostels la llave, si es que te dan, te la quedás vos). Y el de la recepción era un señor de unos 50 años vestido como recepcionista de hotel.

Con la capucha todavía puesta y mi cara y pinta de mochilera hecha mierda pregunté confundida y a los gritos desde la puerta (con mi pinta no me había animado a entrar a un lugar tan pulcro y sufrir una sacada a patas)

“¿Este es el hostel?”.

 

¿Sí?– me responde el señor de la recepción, aún más confundido que yo.

Entré con miedo y me paré en el mostrador. Mientras le daba mis datos al Sr. (que luego se convertiría en mi mejor amigo durante esos 4 días) me puse a revisar los bolsillos de mi campera en busca de la tarjeta, esa que acababa de ver hacía unos minutos atrás en el centro, para pagar y poder irme de una vez a bañar y comer.

La tarjeta no estaba.

Empecé a palparme los bolsillos con más furia como si eso la hiciera aparecer mágicamente.

Serían 32 euros o 1900 denar– me informaba el Sr.

Lo miré con cara de preocupada y, riéndome nerviosamente, le dije “no encuentro la tarjeta…” y me tiré al piso a revolver todo.

Desparramé mis bártulos cual pancha por mi casa, abrí las dos mochilas ya convenciéndome que la había perdido. Es que…la había tenido en mi mano hacía poco y no recordaba (ni tendría sentido) haberla metido en la mochila grande.

Mientras daba vuelta todo por quinta vez, el Sr. se asoma por sobre el mostrador y me dice que no me preocupara, que podía pagar al día siguiente.

Me empecé a reir imaginando la vista que tendría el chabón de mí. El mostrador era tan alto que el tipo no podía verme del todo y solo debería ver miles de cosas que volaban por el aire mientras varios bufidos enojados llenaban el ambiente:

 

NUNCA PIERDO NADA Y VENGO A PERDER LA TARJETA *vuelan las remeras* TAN BOLUDA PUEDO SER, PERO SI LA ACABO DE AGARRAR *vuelan los cuadernos* CÓMO PUEDE SER, ACABO DE LLEGAR, LA MALA SUERTE DEL ORTO QUE NO TERMINA *vuelan 3 calzones*

 

No te preocupes, te quedás 4 noches ¿verdad? Pagá mañana.

Totalmente roja, desesperanzada, cansada y apestosa de dos días y medio de viaje, le agradecí infinitamente, volví a guardar mis cosas y me fui a la habitación.

Abrí la puerta y sentado de frente en una silla había un chabón muy ocupado en su celular; tan ocupado que ni levantó la vista cuando entré y que de muy mala gana me respondió el saludo.

 

Ay, por Dios, encima gente mala onda. UNA TE PIDO JESÚ, UNA.

Lo increíble de la habitación compensó todo lo malo de esos últimos 3 días: camas gigantes, enchufes personales y cortinas.

Dejé las cosas, bloqueé mi tarjeta perdida para que no me caguen el dinerillo, me fui a dar la ducha más larga en mucho tiempo y una vez aseada y con ropa limpita me dirigí al super más cercano a comprarme algo para comer y una cerveza de mil litros, para olvidar las contracturas que me había generado la pérdida de la tarjeta.

Cuando estoy subiendo al ascensor, un pibe me grita que espere. Freno la puerta por inercia, lo miro y me doy cuenta que era el pibe que estaba viendo tele cuando yo estaba en el piso revoleando calzones en busca de mi tarjeta.

¿Trabajás acá? – le pregunto, muy en la mía, dormida, sin prestarle demasiada atención.

 

No, no, llegué como vos hace unos días y me quedo unos días más. ¿A dónde estás yendo?- me responde Brendan.

Justo se abre la puerta del ascensor, así que mientras salgo le respondo que me voy a comprar algo para comer y empiezo a caminar hacia el super.

 

Estamos todos en la misma – me responde con una sonrisa-. Nos vemos más tarde.

Sí sí- quítense de mi camino, a dónde está mi cerveza.

Lo que esta pobre alma humana e ingenua no sabía es que en Macedonia (lo descubriría después junto con varias cosas más: Curiosidades de Macedonia) te venden alcohol hasta las 7pm, y eran las 8.

Volví al hostel y, muy cansada como para seguirme frustrando, me dispuse a comer el pan integral y el queso untable que me había comprado.

Ahora se viene lo bueno jóvenes (?).

Mientras hundía mis frustraciones en un queso más frustrante que lo que quería ahogar, llega Brendan. Ya un poco más en mis cabales, lo miro. Lo miro bien. Y me mira, me sonríe y viene.

Y… ¿qué te compraste? – me pregunta acercándose a ver lo que estaba comiendo.

Queso y pan jaja estoy demasiado cansada como para cocinar – le mentí. Honestamente, ni con toda la energía del mundo me hubiera comprado algo para cocinar, porque no me gusta, porque soy un desastre en la cocina, pero me dio vergüenza admitirlo. Me dio vergüenza admitírselo a él. Y en ese momento, mientras mentía, mi estúpido inconsciente mega troll me saltó directo al acoso: Oooooopa, ¿y por qué te importa lo que piense este desconocido eh? Epaaaaaaa, ¿no será que te va a gus—

Brendan: Jajaja ¿pero eso solo vas a comer? Yo voy a cocinar fideos con una salsa de hongos, ¿querés?

*se abre un agujero en el techo del hostel por donde cae un haz de luz y se posa sobre Brendan*

Jaaa jaaa– respondo nerviosa, mientras una mariposa empieza a revolotearme en el intestino. Una sola, chiquita, pero molesta- no, no gracias. Eh, no… eh…tampoco tengo tanto hambre– vuelvo a mentir mientras la mariposa se pone a bailar conga con las tripas que me sonaban deseosas de alimento.

Brendan: Bueno como quieras, yo voy a hacer muchos fideos, si te quedás con hambre agarrá– me sonríe y se pone a cocinar.

*por el ascensor entran unos ciervos bebés llevando unos conejitos en el lomo, mientras tiran flores y un coro góspel canta canciones de aleluya*

Medio atragantada con un pedazo de pan duro y queso de dudosa procedencia intenté concentrarme en leer mensajes del celular y olvidarme esta sensación adolescente que me estaba invadiendo por completo. Hacía mucho que no me pasaba, más de un año, y tal vez por eso me estaba pasando, no porque Brendan fuese ideal, sino porque yo ya estaba alucinando. Igual, ¿Cómo podía saberlo?

Todo intento de razonamiento fue en vano porque mi cerebro ya estaba a lo:

OH BRENDAAAAAN, LLEGASTE A MI VIDAAA VIAJANDOOO, Y ME OFRECISTE FIDEOOOOS.

Por suerte y para cortar con la dulzura, por la puerta del hostel entra un chabón de unos 40 años, hace el check in y se nos sienta en la sala común.

Deseosa por dejar de tener un nido de mariposas alborotándome las entrañas le saco charla. Resulta que era un galés que venía al casamiento de un amigo macedonio que había conocido hacía 5 años en Kosovo.

Obviamente que la charla terminó siendo entre todos (incluído mi bestie  (?) de la recepción). Cuando me preguntaron qué hacía en Macedonia, les conté por arriba pero terminé diciéndoles del blog. Nunca digo que tengo un blog de viajes hasta que es terriblemente necesario (y así me va con el marketing).

Cuestión, mientras me pongo a relatarle mis proyectos al galés, Brendan me pide la dirección del blog. Se la pasé esperando que me diga lo que me dicen todos los angloparlantes cuando les digo que está en español: “ahhh…bueno…no importa entonces”.

Pero Brendan me respondió: bueno pero puedo ver fotos.

Me reí, le dije que sí, y seguí hablando con el galés. A los 20 minutos ocurre la siguiente charla, que la pongo en inglés porque sino no tiene chiste:

Brendan: Do you like the word “coconut”?

Yo: What?– pregunto confundida.

Brendan: If you like how the word coconut sounds– y viendo mi cara de desconcierto total, prosiguió- I am reading one of your blog post…this one…Reasons to travel…and…well…maybe the translator is wrong but it says that you are the kind of person who likes how the word coconut is pronounced…it might be wrong though– dijo muy convencido que el traductor mentía.

Y he aquí, muchachos y muchachas, el primer paso para saber cómo perder a un hombre:

ESCRIBIR INCOHERENCIAS ONLINE

De repente me vino el recuerdo de ese posteo, ese posteo que arranco diciendo que hay gente que come porotos y gente que no y gente que se ríe cuando escucha la palabra coco *se empieza a avergonzar ahora* y mientras lo miraba poniéndome cada vez más roja y las palabras huían de mí completamente, intenté pensar ¿Cómo le explico a un pibe que me gusta y al que quiero resultarle interesante pero que no me conoce, que no, que el traductor no mentía? Que sí, que si bien el título del posteo decía Razones por las que viajar” el primer párrafo hablaba de que me gustaba la palabra “coco”. ¿Cómo? ¿CÓMO LE DIGO QUE NO SÉ POR QUÉ ESCRIBO ESAS HUEVADAS SIN SONAR COMO UNA LOCA INCOHERENTE TOTAL? Me di cuenta que ya llevaba varios segundos mirándolo sin decir nada, así que empecé a balbucear algo como:

“Ah je…sí…no…lo que pasa que…quería enfatizar una idea, por eso…por eso también hablo de…eh…los porotos…

*el pibe la mira atento*

“…los porotos…y…es que…nada…coco…porque coconut es coco en español y y suena gracioso…y…

“jajajaja está bien que escribas así, debe ser tu estilo” me responde sonriente y sigue leyendo.

Ahhh, listo. Me vuelvo a acomodar en el sillón (me había estirado hasta la compu de  Brendan a ver de qué carajo hablaba) y me pongo violeta. POR QUÉ JUSTO ESTE PIBE DECIDE VER MI BLOG. POR QUÉ JUSTO SE METE EN UN POSTEO QUE HABLO RIDICULESES SIN SENTIDO, QUÉ DEBE ESTAR PENSANDO DE MÍ, ME QUIERO MORIR. Pero al mismo tiempo, bien a lo Bridget Jones, con la marcha nupcial en mi cabeza, empecé a armarme la historia romántica viajando por el mundo con el pibe y sus ojos marrones claros.

En esos segundos que lo miré pensando en que la tierra me absorbiera, me di cuenta que tenía ojos marrones claros, así como café con leche. Soy una imbécil minita total cuando quiero, déjenme en paz.

Gracias a todos los santos, el galés me vuelve a hablar y me olvido de la vergüenza que acababa de pasar. A la media hora, Brendan avisa que se va a dormir y yo me quedo hablando unas horas más con el galés que tenía una historia de vida re copada.

Dos días pasan sin mayores complicaciones. Porque yo tengo una cuestión muy interesante cuando me gusta alguien: desaparezco. Me convierto en un as de las apariciones fantasmas. Nadie sabe cuándo vengo y cuándo me voy. Menos el pibe.

A la tercera mañana, mientras estaba respondiendo mails en la compu, aparece Brendan y me grita con los brazos abiertos y sonriendo:

GOOD MORNING, WHAT A BEAUTIFUL DAY TODAY! ISNT IT ANGIE??

Me atraganto con el té, intento sonreírle pero lo que me sale es una mueca psicópata y le respondo que sí.

Y mientras este nuevo amor no correspondido le preguntaba al de recepción si el agua caliente estaba rota porque se quería bañar, yo empecé a debatirme la moral. Había empezado octubre decidida a tener una vida motivada, a cambiar esos impulsos que me hacen ser una que no soy. Que me hacen mover mi cuerpo como un alien poseído.

Estaba decidida a cambiar.

Le escribí a mi amigo de Argentina que estaba por venir suplicándole ayuda. Intentando lograr en un par de horas, algo que no había podido lograr en 2 días.

Boludo…no sé qué hacer. ¿Cómo le demuestro interés? ¿Qué le digo? ¿Qué hago? No sé hacer estas cosas.

Sacale charla, preguntale de su vida, demostrale que te interesa escuchar lo que le pasa o lo que hizo. Tocate el pelo.

¿Tocate el pelo? Pero eso lo hago como un tic. En serio te digo boludo.

Jajaja te digo posta pero bueno … hablale nomás, de a poco.

Decidida a cambiar la dirección de los hechos, decidida a imponerme a esa Angie que no me deja ser y me arruina toda posible historia de amor, decidí hablar.

Mientras el conserje daba un discurso sobre los pormenores de la corriente de agua en el hostel, mi mente entendió que el muchacho probablemente se quedara unos minutos ahí, compartiendo el espacio físico conmigo.

Dale Angie-saltó mi voz interior- hablable. Ahora o nunca. Dale. DALE MIERDA. ABRÍ LA BOCA HABLÁAAA.

Yo: Eh…Brendan…eh…-empiezo a hablar en voz alta, para luego escuchar a mi cerebro largar la siguiente frase- ¿Cuántas veces al día te bañás?

Cómo perder

Cómo perder

Paren…

Cómo perder

Listo.

¿Por qué mi cerebro consideró que esa frase era la adecuada para demostrarle al chico que me gustaba?

Ah…vaya uno a saber. O por qué pensó que era bueno romper el hielo preguntando semejante pelotudés. Además algo totalmente privado, creepy…TODO JUNTO. QUIÉN CARAJO LE PREGUNTA A ALGUIEN QUE ACABA DE CONOCER CUÁNTAS VECES AL DÍA SE BAÑA.

POR DIOS. No no…¿cómo tuve novio alguna vez? Increíble. Y aquí obtenemos el segundo paso:

HACERLE PREGUNTAS CREEPY

Brendan: *me mira confundido mientras levanta una ceja*

 

Yo: *me empieza a titilar un ojo*

 

Brendan: *aún con la expresión confundida* Ahm ¿solo una? Me baño solo una vez al día.

 

Yo: *me empieza a caer la ficha de lo que acabo de preguntar, de lo que acabo de hacer y en un intento desesperado de demostrarle a este chico que me encanta trato, ineficazmente, de arreglarla* No…es que…eh…hoy…hoy a la mañana me pareció escuchar la ducha y ahora…ahora decís que…que vas bañarte…y…y…eh…como yo no me bañé y el otro chico no está y…y…

 

Brendan: No bueno *me interrumpe tiernamente* no me bañé hoy a la mañana. Pero la ducha es tan linda que tal vez empiece a bañarme más seguido- me dice sonriendo mientras va al cuarto y me deja sola en la cocina.

PERO BASTA FORROOOO, por qué sos así.

*sacude un Brendan imaginario cual si fuera un cachorro regordete mientras grita MUERE MUEREEE MALDITO MUEREEEE*.

Me acomodé en el sillón intentando recobrar la compostura y pensando que al final, no había sido tan grave, pero claro…porque no sabía que lo peor estaba por venir…

Cómo perder a un hombre en 4 días – 2nda parte.

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