Munich
Alemania,  Anécdotas Bizarras

Munich: el primer día que todos deberían tener.

Llegué a Munich el miércoles a las 5 de la tarde y en el aeropuerto, con un cartelito que decía “Angie” pintado en colores, estaba la alemana que conocí en Nueva Zelanda y que se ofreció a hospedarme en su casa por una semana hasta que lleguen mis viejos. Una divina. Pero tenemos un problema. Cumplió 22 hace poco…y es alemana *se sienta a esperar como todos los pibes piden foto de mi amiga*. Entonces uno debe preguntarse cosas al estilo de ¿Cómo seguirle el ritmo a una alemana de 22 y no morir en el intento? Por suerte tengo la respuesta: no se puede. Estoy destruida y eso que ni siquiera fuimos al Oktober fest todavía.

 Mentira, sí se puede, pero hay que ponerle esfuerzo eh. A mí me encanta la joda y puedo darle duro bastante (no como cuando tenía 21 o 22, pero con mis 25 casi 26 me la re banco), pero creo que además de que es un ritmo jodido, yo vengo agotada de hace un año y medio. Sueño con el día que pueda tomarme no sé, una semana para simplemente dormir. Le calculo que en un mes más o menos voy a poder darme ese lujo. En fin.

 Llegamos a su casa que queda en una pequeña village, llamada Poing (se pronuncia “puíng”), a 25 minutos de Munich en tren. La casa es…HERMOSA. Queda en una colina, rodeada de campo, bien bien típica. Dejé mis cosas, saludé a la madre (que me cocinó dos tortas de bienvenida), al hermano, me bañé y nos fuimos para Munich. La idea era comer en un restaurant típico y después ir a algún bar. Se suponía que iba a ser algo tranqui. Primero y principal porque yo venía de levantarme a las 7 de la mañana, de viajar dos horas en avión y además ella tenía planeada una fiesta el viernes y el sábado es el Oktober.

 En el tren hacia Munich se puso a hablar con uno de sus amigos y resulta que después del bar decidió que íbamos a ir a un boliche para que yo vea cómo son, pero de todas formas volvíamos temprano porque estábamos cansadas. Me empecé a asustar.

 Fuimos a cenar al restaurant Weisses Bräus, que queda en Tal 7, Munich. Si se toman el tren y se bajan en la estación Marienplatz y caminan hacia la izquierda, queda solo a dos cuadras. El lugar resultó ser una confirmación constante de todos y cada uno de los estereotipos que se pueden tener de Alemania. Las mesas grandes de madera, todos gritando con los vasos gigantes de cerveza, los mozos vistiendo la ropa típica. Me sentí en una película.

 Yo me pedí una Veil Spleen Sausage que estuvo excelente. QUE RICO POR DIOS. Y obviamente un vaso de birra. Todo me salió 12,30 euros. Caro. Bah, para ser Munich, normal pero pasa que mi amiga no entiende que yo no quiero las cosas turísticas típicas (y caras). Le pedí de cenar en su village pero ella es puro Munich, shopping, party hard. Vamos a tener que hacer el esfuerzo de adaptación.

 Objetivamente hablando, el restaurant está excelente y si vienen solo unos días a Munich y tienen plata para gastar exclusivamente acá, lo super recomiendo. La comida es riquísima y realmente es algo digno de vivir porque es todo tan alemán que no van a necesitar comer en ningún otro lugar. Además, incluso estando el lugar totalmente lleno, nos atendieron super rápido, la moza re buena onda y además tienen menúes en varios idiomas.

 Salimos del restaurant y nos dirigimos a un bar famoso por sus cocktails. Sausalitos Yo ya estaba bastante alegre con la cerveza del restaurant pero no me iba a negar a unos tragos en un bar alemán.

Munich

Definitivamente los cocktails eran exquisitos. Y no solo eso, sino que son gigantes. Tienen un tamaño que se llama Jumbo y que de 23 a 24 sale como tamaño normal, o sea, 8 euros. Nuevamente el servicio fue muy bueno, incluso estando lleno de gente. Algo que me re llamó la atención (preguntándole a mi amiga alemana me dijo que no en todos lados es así pero que donde suele haber mucha gente es algo normal), es que los mozos tienen una maquinita donde van ingresando los pedidos y después ellos mismos te cobran, con ticket y todo. Es re práctico.

 Después de varios, varios, varios cocktails nos tomamos el tren hasta el boliche. A todo esto ya eran como la una de la mañana y habíamos salido de su casa tipo 7. Yo ya caminaba por inercia.

 El boliche se llamaba Willenlos, y también estaba hasta las bolas. Ah, algo que vale la pena aclarar, acá son SUPER ESTRICTOS para las entradas, tenés que mostrar pasaporte sí o sí. Incluso siendo alemán. En Inglaterra siempre me moví con mi tarjetita de identificación que me hice en Nueva Zelanda y nunca tuve un problema, pero acá, es pasaporte sí o sí.

 Del boliche mucho no puedo decir, basicamente porque estaba tan cansada y contenta que podría haber sido algo horrible que no me hubiera dado cuenta. Además ni bien llegamos, mi amiga ya estaba en la barra pidiendo shots de jägermeister. Otro pendiente que cumplí. A mi “tomarme un gintonic en un bar inglés” le agrego un “tomarme un jägermeister en un boliche alemán”. Pero no sé, parece que mi amiga no los sentía porque esa ronda de shots duró media hora y dejamos una filita vacía de vasos bastante considerable.

La música estuvo re copada y me sentí bastante estrella (?) porque creo que eran todos alemanes jaja y cuando iba a la barra y hablaba en inglés y encima después decía que era argentina…FAAA, alto levante (?). Nah, igual no fui de levante, pero si hubiera querido, por el solo hecho de ser sudamericana ya estaba. Posta. Me sentí como cuando iba a Living en Argentina y mis amigos se volvían locos porque había una piba rubia de ojos celestes que tenía cara de europea…ni siquiera era linda capaz, pero no importaba, era extranjera. Así que lo comprobé, ser latina garpa eh. Ah, encima en el bar tenían un trago que se llamaba Maradona…jajajaja no sé por qué, pero me lo dieron gratis porque era argentina. Igual no tenía alcohol, pero era re rico. One Maradona please.

Munich

 En fin, no teníamos que preocuparnos por la vuelta porque el hermano de mi amiga nos iba a buscar…pobre pibe. POBRE POBRE PIBE. Lo tuvimos una hora bancándonos, bah, en realidad a mi amiga, yo me hacía la “síii, viva la fiesta” pero lo único que quería era volver y dormir y mi amiga estaba como si fueran las ocho de la noche. Así que finalmente, tipo cinco y media logramos sacarla del boliche y solo voy a escribir esto porque no habla español porque sino me mata, pero cuando estábamos saliendo se cayó por la escalera…JAJAJAJA nono, lo que me reí, igual se hizo mierda pobre pero bueno, en el momento fue demasiado gracioso.

 Así que básicamente mi tranqui porque viajé y estoy cansada terminó siendo un, casi un día despierta porque entre restaurant, bar y boliche terminamos llegando a las seis a la casa.

Ayer fue un día de larvaje total y hoy ya estoy sufriendo porque a la noche tenemos la fiesta que encima queda bastante lejos y mañana arranca el Oktober que encima tenemos que estar ahí a las diez de la mañana, por lo que nos vamos a tener que levantar a las 8…para cambiarnos en las ropas típicas y tomar el tren y caminar y tomar colectivo…me canso de pensarlo…YA NO ESTOY PARA ESTOS TROTES.

 Más allá de que realmente estoy destruida, fue un buen día alemán y ya tengo idea de cómo se vive, de un día típico de joda. Hay que ver cuánto aguanto…

 Angie!


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¡Buen viaje amiguis!


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