Australia,  Trabajo muy duro como un esclavo

Zephyr, el delfín, y yo

El viernes fue mi primer día oficial de trabajadora en el Dolphin Feeding. Es decir, primera vez que fui y me pagaron. Hay que estar 10 minutos antes que empiece la alimentada. En ese tiempo te quedás en la vereda o en el muelle con los turistas. Llegué, me acerqué al entrenador y pregunté qué tarea me había tocado (a veces puede que te toque quedarte arriba toda la noche con los turistas). “Te toca la línea 6, tenés que alimentar a Zephyr. A veces ni viene y si viene, viene siempre tarde. Se lo alimenta a él solo, sin turistas, porque es medio agresivo. Pero tranquila que en general nunca viene así que seguro te quedes arriba”. Mi cara de desilusión en ese momento; tranquila las pelotas, yo quería ir al agua a alimentar delfines. “Ok, ¿y ahora qué hago?”. “Te tocó “side area”” “Ay no sé qué es, nunca hice”. “Tenés que ir al lado del agua y ahuyentar gaviotas”.
Mi calentura iba en aumento, onda toda la gente arriba charlando y yo sola en el mar ahuyentando gaviotas, ¿por qué siempre yo? Igual después me calló la ficha de “chabón, 20 dólares la hora por estar hablándole a las gaviotas de cualquier pavada porque nadie me escucha. LA HICE”. Así que me calmé.
A las 6 en punto llegaron casi todos los delfines y arrancó la alimentada. De Zephyr ni noticas así que me tuve que quedar indicándole a los turistas cómo agarrar los pescados. A los 15 minutos escucho un “uhhhhh” general a lo “quilombo” y miro al agua y había un par de delfines peleándose. En ese mismo momento escucho que uno de los entrenadores grita: “WHO IS IN CHARGE OF FEEDING ZEPHYR?!!? Me sentí aludida (?), así que caminé en dirección a él y antes de que llegue me grita “GO AS FAST AS YOU CAN, GRAB THE BUCKET WITH THE FISH AND THE FISH, NOW, RUN!”. Salí corriendo sin entender mucho qué tenía que hacer y por qué tanto quilombo. Agarré el balde, con la otra mano me puse la bolsita con pescados y volví corriendo al mar. En ese momento me dicen: “Vino Zephyr, es ese grande de allá, el que está al medio de los 3 delfines, metete por lo menos con el agua hasta más arriba de las rodillas, llevalo lejos de nosotros y que no se vaya de tu lado, GO GO”…

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Yo, con mi remera azul de alimentadora de delfines, acomodando turistas sin saber que Zephyr se estaba acercando a la costa

Dejé mi balde con pescados en posición y me encaminé bastante apuradita hasta el mar. Para que se den una idea de cómo funciona, en general suelen venir 11 delfines que nos dividimos entre 7 alimentadores. Por una cuestión lógica de que los delfines se queden siempre con el mismo alimentador, los 7 alimentadores entramos al agua al mismo tiempo. La verdad es que los delfines son tan inteligentes que hasta diría que es muy probable que hayan sido ellos los que lo organizaron así. De verdad que sigo flasheando con el hecho de que los delfines aparezcan todos los días a las 6 de la tarde (es más, vienen antes… MALDITOS GORDOS PUNTUALES Y RESPONSABLES *se sacude nerviosamente*) y se pongan en posición apenas el presentador termina con la breve introducción para todos los humanos. Estoy segura que entienden más que los turistas.

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Foto ilustrativa para que entiendan a qué me refiero cuando hablo que entramos al agua en fila

Cuestión, volviendo a esta noche en particular (que tuve que repetir hace dos días), el “problema” con Zephyr (que me fui enterando con el correr del día y en el medio del caos) es el siguiente: el tipo (o sea, el delfín) está en la adolescencia y se comporta como tal. Llega siempre tarde (tipo 18:15) y se pone a “hacer quilombo”. O sea, para “adolescente quilombero” es un amor; pero para delfín, todo mal.

El “caos” (“caos”: entrenadores gritándome que corra y después dándome mil indicaciones en voz baja y a las apuradas como para que los turistas no escuchen) es porque todo sucede en el medio de la alimentada, no es que se frena porque llega Zephyr. Al contrario, no se puede frenar y tenemos que intentar entrar en el agua lo más seguido posible porque si no los delfines simplemente se van.

Así que, cuestión: yo preparada con mi riñonera (“banano” para los chilenos) con pescados, parada en la orilla por primera vez completamente sola esperando la indicación para entrar todos juntos y enfrente a la vista la aleta de un delfín gordo enorme a solo 3 metros de distancia, tirando chorros y moviéndose para los costados a toda velocidad. Ahí, en el medio de mi capricho de “Ah yo quería entrar al agua y alimentar” me acordé de “No lo alimentamos con turistas porque es agresivo”. ¿Con qué carajo me iba a encontrar, no? Ahí arrancaron todas las dudas existenciales que nada que ver: “¿no eran carnívoros come humanos no? ¿Los delfines eran tiburones? (?)?

A todo esto, yo estaba parada en el medio de los dos entrenadores así que encima que había mucho bardo de ruidos, los dos me gritaban indicaciones al mismo tiempo y en verdad, lograba escuchar la mitad. Entre nervios curiosos repentinos, turistas gritando de felicidad y también porque el agua estaba fría, mi cerebro no podía procesar tanto estímulo al mismo tiempo. Mientras iba acercándome al delfín pretendiendo que la tenía super clara con lo que tenía que hacer, fui rescatando un poco lo que me decían y cuál era mi función: “Llevátelo más adentro que nosotros y asegúrate que se quede siempre con vos. Si no le das pescado seguido se va a venir a buscarnos a nosotros. Cuando te pegue, no le des. Da un paso para atrás. Y si se va, grítale Zephyr y va a volver”.

Cuando empecé a meterme al agua (en el medio de las explicaciones de “metete más adentro”) y Zephyr me vio, se vino en picada, directo a mis rodillas, directo a empujarme para atrás. Ese segundo no me lo olvido más: la mezcla de “miedo” porque no dejaba de ser un animal salvaje de no se cuántos kilos que se me estaba viniendo en picada y aunque ahora ya estoy acostumbrada y hasta me resulta natural, en ese momento no estaba muy familiarizada a tratar con delfines, más intentar hacer bien el trabajo que encima igual no entendía del todo y no poder avanzar (que era lo que tenía que hacer) porque el delfín me empujaba fue más de lo que mi cerebro soportaba. Pero me duró solo 3 segundos.

Empecé a hacer fuerza para adelante y el Zephyr ablandó. Empecé a gritarle y sacudir un pescado para que venga conmigo pero no sé cómo me dio una vuelta por atrás y mientras la entrenadora me gritaba “ANGIE, NO, NO LE DES LA ESPALDA”… TÚUUUN: cabezazo delfinesco en mis gemelos que casi me tira a la mierda. Me puse de frente mientras largué un “eh, ¿qué te pasa? ¿qué agitá’ delfín?”, logré darle el primer pescado y enseguida tuvimos que salir del agua (salimos y entramos con nueva tanda de turistas). Mientras iba caminando para atrás ya con la lección aprendida de no darle la espalda, Zephyr me seguía golpeándome las rodillas. En ese segundo me pregunté hasta dónde me iba a seguir. No me hubiese sorprendido si salía del agua caminando a lo invasión de delfines en Los Simpsons.

Salimos del agua, agarré más pescados y a la segunda metida, entré decidida a empujarlo más al fondo y quedarnos entretenerlo lo más posible sin que se me fuera a buscar pescados a otro lado.

Todo volvía a repetirse, no di muchos pasos de la costa para que Zephyr se viniera directo a mis rodillas a pedir pescado sin dejarme pasar. Seguí caminando para adentro como si nada y esta vez lo miré bien. Zephyr era gigante. Cuando llegamos a una distancia que me permitía estar lejos de los demás pero al mismo tiempo pudiéndolos ver por el costado para saber cuándo tenía que retenerlo, le hablé bien. Ola ké asé (?). No, le dije “Hola Zephyr”, y me agaché a darle mi primer pescado de esa segunda tanda. Lo agarró de mi mano bastante vorazmente y me tiró un chorro de agua, que me entró de lleno al ojo. Primera vez que un delfín tiraba chorros de agua conmigo. Me empecé a emocionar porque encima suena como una respiración humana, me agaché a darle el segundo pescado mientras igual seguía golpeándome (aunque cada vez más dulcemente) las rodillas y no va que el muy MALDITO GORDO DE MIERRRDAAA agarra ese pescado y ¿qué hace? Me arranca un pedazo de mano (?), no mentira. No va que el tipo agarra mi pescado y… Y SE PONE PANZA ARRIBA y me mira de reojo y yo juro que hasta sonreía. Giró un poco panza arriba alrededor mío y cuando vio que yo no estaba ni ahí con darle un tercer pescado, se puso boca abajo y salió disparado hacia los otros alimentadores. Salí de la emoción repentina, agarré un pescado, grité Zephyrrrr mientras metía el pescado en el agua sacudiéndolo para que el delfín me escuchara y al toque se dio la vuelta y volvió. Y lo agarró y otra vez se me puso panza arriba mientras me rozaba las piernas con esa panzota… panza gris CON MANCHITAS. MALDITO SORETE DE MIERDA TODO TIERNO Y GORDO DELFÍN DE MIERDA POR QUÉEEE.

Llanto. Vi que los demás salían del agua así que empecé a caminar para atrás sin poder creer lo que estaba pasando. Y Zephyr empujándome las rodillas con la trompa.

Salí, volvimos a entrar y esta vez fui directo adentro, porque no aguantaba a estar otra vez sola con él. Y… y no va que a la quinta vez… a la quinta vez empezó a hacer ese sonido que parece un ronroneo. Ahí ya llanto en serio. Ronroneo, chorros de agua, panza para arriba y sonrisa de delfín.

Como a la mitad de transcurrida la alimentada, así como la décima vez que entraba al agua, me doy cuenta que junto a Zephyr, bah merodeando a escasos centímetros de distancia había, otro delfín. Me di vuelta a ver si era algún delfín que se le había escapado a otro de los alimentadores y uno de los entrenadores me grita “Oh look, Zephyr brought his mate again. Don’t don’t feed, just ignore him” (Oh, miren, Zephyr trajo al amigo otra vez. No lo alimentes, ignoralo”.

En ese momento dio un ataque de risa repentino mezclado con más ganas de llorar por no creer lo que estaba pasando. El chabón, o sea Zephyr el delfín, es un adolescente posta: rebelde que llega tarde al trabajo, hace quilombo y encima trae a un amigo. Nada que ver chabón, compórtate (?). Me hizo acordar a los barrabrava de fútbol que siempre entran tarde a los partidos haciendo quilombo para hacerse notar y llamar a la atención. Ay Zephyr, te amo. Me lo re imagino en Delfinolandia en la esquina tomando birra con los amigos y diciéndole a su bestie “che boludo, venite te juro que los humanos te dan pescados solo porque estás ahí. Ni da ir a cazar tanto, si te los dan así fácil. Venite, seguro pasás piola”. O sea, Zephyr “sabe” que es un trabajo para su familia e igual cae tarde, trae amigos, hace quilombo… LO AMO. Y amo que la naturaleza sea tan increíble. Creo que igual escapa de mi comprensión que realmente pase algo así.

La noche siguió con más de lo mismo, más panza arriba, ronroneos, chorros y amagos de escapadas barderas para que yo esté ahí dándole los pescados. El chabón amaga el escape.

Y ayer, ayer me volvió a tocar Zephyr otra vez y me encantaría decir que me reconoce. Yo creo que sí. Nadie le debe haber gritado en su vida tantas huevadas en enpañol: HOLA HERMOSOOOO TE AMOOOO, LINDO QUE SOSSSSSS, POR QUÉ SOS ASÍII MALDITO TITININI MININI DELFINININI. TE AMO TE AMO.

Y ayer hice la ahuyentada de gaviotas feliz, sabiendo que, aunque fuesen las 6 de la tarde y de Zephyr ni noticias, el rebelde en algún momento de la noche iba a caer. Y cuando cayó, prácticamente corrí al agua.

 

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