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Día 24 – Veo veo: Una sonrisa. Una perspectiva.

Me levanté y llovía, granizaba y la sensación térmica era de menos dos. Quería salir a caminar pero claramente no era una buena idea. Me quedé adentro, me hice los mates y salió el sol. Lo dudé un segundo pero decidí salir…cuando terminé de cambiarme se volvió a largar a llover y el viento que se levantó era terrible. Me hice otro mate.

Leí un rato, pero el gris de afuera me contagió. Me había levantado de buen humor, pero algo susceptible. No me había dado cuenta pero mi buen humor pendía de un hilo. Se largó a llover una segunda vez y ese hilo frágil se quebró. Mi humor empezó a caer, como caían los minutos y los segundos de este día cada vez más gris. Soy de esas personas a las que les cuesta cambiar de un momento para otro. Si estoy de buen humor, voy a estar de buen humor pase lo que pase y si estoy de mal humor…lo mismo. Por eso odio los días indecisos. Odio que el clima cambie. Si me levanto y llueve, quiero que llueva todo el día. Porque me predispuse a quedarme adentro, a ver una película, a leer. No me predispuse a salir a pasear. Pero si después sale el sol, no me gusta quedarme adentro. Día, no cambies por favor.

El día no cambió, cada vez fue más frío, más ventoso, más gris. Muy bueno para mi mal humor, salvo por el hecho de que tenía que ir a trabajar. Salvo por el hecho de que tenía que caminar media hora hasta la estación. Porque me distraje haciendo absolutamente nada y cuando quise acordar me había perdido el colectivo. Tenía que caminar sí o sí.

Entonces el mal humor se me acrecentó. Porque me iba a mojar, porque iba a morirme de frío ¿para qué? Para después llegar a la fábrica y meterme 8 horas adentro del frizzer a seguir muriéndome de frío. Encima estaba siendo hipócrita, el día seguía gris como había querido, pero no quería ese día gris. Entonces me daba más mal humor conmigo misma por ser una indecisa. El día me hizo caso y yo seguía infeliz. Quejosa. Mala onda.

Salí de mi casa, con una cara que el grumpy cat me hubiera aplaudido y empecé a caminar hacia la estación. Christchurch siempre es gris pero hoy estaba más gris que nunca. No había nadie en la calle. Obvio. Llovía a cántaros, todos estaban en sus autos o colectivos. O en su casa o ya en el trabajo. En la calle estaba sólo yo.

Seguí caminando, apurada porque estaba con el tiempo justo. Pisé un charco y el agua helada me congeló pero tenía que seguir. Seguí derecho y por estar absorbida en mi mal humor me olvidé de doblar a tiempo y terminé en una de las tantas calles cortadas por las reparaciones del terremoto. Levanté la vista, primero puteé por haberme pasado pero me di cuenta que estaba del otro lado del Re:Start (el shopping hecho con shipping containers) entonces doy la vuelta y me cruzo con el mural de Smile for Christchurch, del chico de Taiwán que recorrió Nueva Zelanda buscando sonrisas para Christchurch luego del terremoto. Entonces me detengo, veo la fotos y las caras me sonríen, y le sonríen a la ciudad. Y me siento peor y mis lágrimas se mezclan con las gotas de lluvia que me llenan la cara. Miro para el costado y veo a una viejita con un paraguas rosa y se da vuelta y me sonrie “Good morning!”. Le sonrío de vuelta, pero me siento una estúpida. De mal humor por tener un día indeciso. Cuando estoy en una ciudad destrozada por un terremoto (por dos terremotos de hecho) y la gente sonríe igual, yo me doy el lujo de estar de mal humor porque primero llovía y después salió el sol.

Me seco las lágrimas y la señora me mira y me dice You’ll have a great day, don’t worry! Y pienso en que tengo una decisión que tomar. Seguir de mal humor o darme cuenta de la insignificancia de mi angustia y empezar de nuevo mi día, pero feliz. Me quedo pensando, pasa un viejito y me sonríe good morning! Y me terminó de contagiar. Le sonrío de vuelta, me sonrío a mi misma y me río. Me tiento, largo una carcajada que fue un descargo, una carcajada angustiosa que sacó todo lo gris en mí.

Le sonrío a la vida y me doy cuenta que soy feliz. Después de todo cada sonrisa es una perspectiva. Pero una perspectiva feliz.

Angie!

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*¿Qué es Veo Veo? Es, ante todo, un juego, una excusa para conocer lugares de la mano de otros viajeros, contarnos historias, viajar aunque no tengamos la oportunidad de hacerlo, encontrarnos. Se realiza una vez al mes y las temáticas se eligen en el grupo Veo veo en Facebook, y por medio del hashtag #VeoVeo en Twitter y otras redes sociales. ¿Querés jugar? ¡Veo veo! ¿Qué ves?

* ¡No te pierdas todos los veo veo de este mes que fueron exquisitos! Me fui a la goma, Caminando por el globo, Martín Andrada,  Huellas en mi, Mi vida en una mochila, Los viajes de nena, Notas desde algún lugar, La otra ciudad, Por las rutas del mundo, Caminomundos, Hey hey world, Un mundo pequeño, Natillas dulces, Aldana Chiodi, Cruzar la puerta, Lillake, Mochilas en viaje, La de ojos abiertos, Los viajes de Danila Sky, La mochila de mamá, Viajando con un casio azul

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