Trabajar en una fábrica
Australia,  Nueva Zelanda,  Oceanía,  Trabajo muy duro como un esclavo

Trabajar en una fábrica – Working Holiday

Trabajar en una fábrica – todo lo que necesitás saber para no sucumbir

¡Hola, soy Angie! Tal vez me recuerden de películas como “¿Quién me mandó?”, “Por qué siempre así”, “¿Por qué el día no dura 40 horas?”, “Esta anomalía en mis dedos será efímera”, “Oh, este dolor nunca lo había experimentado” y “El dulce sonar de mis articulaciones” y demás éxitos taquilleros.

Para que se den una idea de cómo ando, paren, comentario aparte, me dio mucha ternura la gente que me escribió por privado preguntándome si estoy bien porque hacía mucho que no actualizaba. Sí, solo desaparecí porque estoy R-E-V-E-N-T-A-D-A. Porque la semana pasada mi cuerpo solo pudo trabajar, dormir, trabajar, dormir, trabajar, dormir. Hoy es mi primer día off (y estoy sufriendo pensando en cuándo chucha (?) (vivo con dos chilenos, sepan disculpar la mezcla de slang) será el próximo. De hecho, ¿habrá algún próximo? Ampliaremos (?)) y acá me tienen, intentando actualizar. Intentando resumir dónde ando, cómo, por qué, para qué.

Quiero que sepan que me duele tipear de lo duro que tengo los dedos y lo que me duelen las muñecas. Trabajar en una fábrica es esto. Y sepan que, que estén leyendo esto señoras y señores, es por puro amor al arte porque en realidad solo quisiera estar tirada en la cama, con las manos en dos palanganas llenas con agua tibia y sal. OH MIS POBRES MANITAS. 

Retomando, imagínenme como el muñeco de Homero en la planta nuclear cantando “Trabajo muy duro, como un esclavo, ay se me olvidó, bueno páguenme dinero”. Pero quiero que me imaginen como ese muñeco, no solo por lo que canta, sino por el estado del muñeco, por la cara toda desdibujada, la voz quebrada y la dureza de las partes del cuerpo. Así estoy, así de hecha mierda. JAJA *se ríe para no llorar*. Y ya me los estoy imaginando a ustedes que seguro estén por empezar a trabajar en una fábrica: oh santo dios dónde me he metido.

Guía para sobrevivir a un trabajo de fábrica

En 7 años de viaje, repletos de trabajos varios a los que me he sometido siempre por voluntad propia, jamás me había tocado tan duro como ahora; como este trabajo que empecé hace solo 7 días y ya me tiene arrastrada por el piso. Pero si bien jamás me había tocado tan duro, creo que el hecho de venir con experiencia mulera (?), es lo único que garantiza mi supervivencia en los 3 meses que va a durar la temporada. Por eso quiero compartirles esta especie de guía para que trabajar en una fábrica sea lo más placentero posible para ustedes. Para prepararlos mentalmente.

Pero Angie, ¿por qué escribes la guía de supervivencia después de solo 7 días de trabajo? ¿No deberías escribirla una vez que termines la tempo—

Miren cabros (?), que acá la que escribe soy yo y lo escribo cuando quie—

Bueno, pero lo decimos porque tendría más sentido que lo escribas una vez que eventualmente sobre—

SE CALLAN, que lo escribo ahora porque tengo experiencia dije y porque tengo miedo de no llegar ni al mes de trab—

¿Eh? *preguntan confundidos*

¿Eh?

*respondo haciéndome la boluda*.

Trabajar en una fábrica: consejitos desde la voz de la experiencia de la auto-explotación

1. Estar mentalmente preparadxs

Mi primer trabajo de temporada fue en Nueva Zelanda en 2012, podando árboles de manzana. En ese momento tenía 24 años y cero experiencia en ese tipo de trabajo. Fue la primera vez en mi vida que hacía un trabajo físico con movimientos repetitivos durante horas. Nunca olvidaré esa primera semana de trabajo: lloré del dolor, no me podía mover y me cuestioné renunciar absolutamente todos los días de esa primera semana.

Lo único que me ayudó a sobrevivir, además de darme cuenta que el cuerpo eventualmente se acostumbra, fue mentalizarme y aceptar que eso era lo que iba a hacer durante 3 meses. PERO, en ese caso, también me ayudó que sea un trabajo de campo: estaba al aire libre todo el día, podía escuchar música y hacer la mía (siempre y cuando hiciera mi trabajo). Esta guía es puramente para los trabajos de fábrica.

Trabajar en una fábrica significa estar encerrados, probablemente con máquinas alrededor por lo que no podés escuchar música y a veces ni hablar porque no te escuchás y a veces estar parada en la misma posición durante horas.

Mi primer trabajo de fábrica

Mi primer trabajo de fábrica también fue en Nueva Zelanda, en una fábrica de vegetales congelados. Mi posición era “grader” de choclos. Sería algo así como el control de calidad: estaba parada de frente a una línea de choclos que iban pasando y tenía que encargarme de sacar los que estaban en mal estado. La línea no paraba. Eran 8 horas de estar parada en la misma posición mirando choclos. Esa primera semana también quise morir, también lloré y pensé “¿para qué mierda hago esto?”.

Ahí tenía 25 años y estaba muy confundida con la vida en general. Sabía que necesitaba la plata para viajar y quería escribir, pero vivir de escribir en esa época (2013) me seguía pareciendo imposible y tampoco entendía cómo podía hacerlo. Entonces me respondía a mi misma todos los días que no podía pensar en renunciar cada vez que algo no me gustaba. Que si había sobrevivido a la podada de manzana y a la cosecha de cebollas, ¿por qué no iba a poder sobrevivir a los choclos? Que si no sabía qué quería hacer, entonces mejor seguir trabajando hasta que tuviese otra alternativa.

Entonces hice una lista mental de todo lo que me hacía sufrir en el trabajo, cada una de las cosas que me molestaban y le busqué una solución. Lo primero que entendí es que lo único que me hacía sufrir era la cabeza. Estos trabajos tan repetitivos tienen algo en contra: una vez que el cuerpo aprende a hacerlo y “entiende” que es algo mecánico para lo que no necesita la concentración mental, la mente se dispersa. Y si la mente se dispersa, piensa. Imaginen pensar 8 horas. Te cuestionás absolutamente todo.

En ese momento de mi vida, me sirvió, porque como estaba confundida, necesitaba pensar. Usé esa temporada para decidir qué carajo quería hacer. Todos los días avanzaba un poco más en mi plan de vida. En ese momento decidí que necesitaba pensar. Terminé agarrándole cariño a esas 8 horas en la que me dedicaba a planear mi vida. Y disfruté darme cuenta que mi cuerpo podía estar trabajando y mi mente estar dedicada a otra cosa.

Lo otro que me mataba es lo lento que pasa el tiempo cuando hacés siempre lo mismo. ¿Y lo peor de todo? Tenía un reloj colgado en frente. La primera semana cada vez que miraba la hora, después de un lapso de tiempo que a mí me había parecido interminable, descubría que sólo habían pasado 10 minutos, con suerte. Así que dejé de mirar el reloj, me obligué a no levantar la vista en esa dirección y sólo esperaba que viniera mi supervisora a avisar que me tocaba break. Si no miraba la hora, el tiempo pasaba más rápido. Si no pensaba en el tiempo, el tiempo pasaba. Tan simple como eso.

Mi trabajo actual

En el trabajo que estoy haciendo ahora, packing en una fábrica de tomates congelados, lo “bueno” es que hago mil cosas y todo va tan rápido que lo único que ruego es que el tiempo no pase así llego a hacer todo. Acá no me está jodiendo que el tiempo pase lento, sino que me pasa lo contrario, el tiempo no me da. Y acá sí tengo que estar más concentrada porque hay que hacer muchísimas cosas.

En este trabajo, lo que me hace sufrir y pensar en renunciar (siempre pienso en renunciar eh, no es que “ay qué felicidad”, pero porque siempre pensamos la salida más fácil a todo ¿no?) es que son demasiadas horas de trabajo. La semana pasada trabajé un día de 15 horas, otro de 13, dos de 12, uno de 10, uno de 8 y uno de 5. Sin días off hasta hoy y la temporada recién empieza, así que básicamente de a poco se va a poner peor. ¿Qué es lo que estoy pensando para poder sobrevivir? En lo que voy a cobrar al final de la temporada, los viajes que me voy a pegar, el día de spa que me voy a regalar y lo que voy a adelgazar (?).

También la gratitud de entender lo afortunada que soy de no tener que hacer este tipo de trabajo de por vida. Lo afortunada que soy de saber que puedo renunciar, que no tengo necesidad real de hacerlo. En estos trabajos siempre me cruzo con gente mayor que yo, que ha estado años haciendo esto porque no les queda otra. Hacer este tipo de trabajos pone las perspectivas en su lugar. Si hay gente que lo hace de por vida, ¿cómo no voy a poder hacerlo sólo por 3 meses? Sabiendo que puedo renunciar, o en su defecto, que me pueden echar y no me afectaría en lo más mínimo porque puedo hacer otra cosa.

Lo único que hace estos trabajos infumables, para los afortunados que tenemos miles de posibilidades, es la cabeza. Pero si le hacemos entender a la cabeza que esto es pasajero, que nos viene bien para comprender que en el mundo hay gente que hace esto por necesidad y que sumar experiencias nuevas es enriquecedor, lo aguantamos. No hay nada que nos motive más que saber que lo hacemos por voluntad propia y que es pasajero. Una vez que entendés eso, podés hacer cualquier cosa.

2. Tener un cuerpo saludable

Sí. Bueno, tal vez a los 18 no sea tan necesario, pero a partir de los 25… mamitaaaa (?). A mí me ha servido muchísimo haber hecho deportes toda mi vida. Tengo el cuerpo entrenado para sufrir (?). No, pero fuera de joda, si no comés bien y te hidratás, el cuerpo no lo aguanta. Tómenselo como un entrenamiento. Comiendo mal lo podés bancar dos… tres días… después imposible. Si no tienen un cuerpo saludable, usen estos trabajos de excusa para hacerlo.

A ver, no me voy a hacer la fit y pretender que vivo a agüita, lechuga y proteínas. De hecho, he ido a trabajar con resaca o habiendo pasado de largo después de una joda. El tema es, eso no está bien (?), pero fundamentalmente, si lo pude hacer, es porque conozco hasta dónde me llega el aguante. Tengo la suerte de ser saludable y tener músculos entrenados. En este trabajo que estoy haciendo ahora, imposible ir a trabajar con resaca porque estoy a cargo de muchísimas cosas y necesito pensar.

Y otra cosa fundamental para tener en cuenta al momento de trabajar en una fábrica además de la comida y el agua es: ESTIRAR. Estiren esos músculos que si no a la larga se les traban los tendones y ahí los quiero ver (?).

3. Tener un partner que los apañe en la locura

Ahora que encontré a mi amiga chilena que es prácticamente igual que yo (en lo mental) no hay trabajo que no podamos hacer. Para trabajar en una fábrica es CLAVE tener un partner que llore y se cuestione renunciar todo el tiempo como vos, para después en realidad sacrificarse y hacer todo tipo de trabajo, es indispensable. La única forma de sobrevivir a un trabajo de éste estilo es cagarte de risa de lo triste que es en realidad. Es tener la capacidad de reírte para no llorar. Y lo digo en el más literal de los sentidos.

Si no te cagás de risa de lo espectacular que es despertarte a las 6 am y volver a tu casa a las 12 del otro día después de haber estado metida en un freezer moqueando del frío y con los pies congelados por no poder moverte, no la hacés. Si no te reís de lo ridícula que te ves usando la ropa de fábrica, no la hacés. Lxs que hayan trabajado en freezer me entenderán. En Nueva Zelanda usé un atuendo similar cuando trabajaba en la fábrica de carne, pero éste es el mejor. Un día prometo sacarme foto.

El protector que llevamos en la cabeza nos hace acordar a la vieja de GOT, la abuela de la Margaret, pero cómo no nos acordamos su nombre, apodamos al atuendo “El Margaret”, y los días que sabemos que vamos a estar paradas sin movernos nos recordamos mutuamente “Hoy doble Margaret”, no vaya a ser cosa que entremos al freezer con solo una protección en las orejas.

4. Tener una meta lógica que justifique el sacrificio

CLAVE ABSOLUTA si van a trabajar en una fábrica. De lo contrario, no solo pueda jugarles en contra mentalmente, sino que además no valdría la pena. Estos trabajos tan monótonos, largos y repetitivos te cagan el cuerpo. A veces, indefinidamente (todos se tocan el huevo izquierdo y/o la teta izquierda, según corresponda, para que no me pase). Entonces, si no tenés una razón fuerte para hacerlo, no lo hagas. Mi única razón para trabajar en una fábrica en este momento es económica. Es plata rápida. Ahora, no es plata fácil, porque me estoy sacando la chucha. No, me estoy rompiendo el orto. “Sacando la chucha” suena tierno y no quiero que suene tierno porque ME ESTOY ROMPIENDO EL ORTO. Si no tienen una buena razón para romperse el orto, no lo hagan, hay otras mil formas de ahorrar.

5. Descansar lo menos posible (?)

No mentira. No así. Pero tengo un amigo que el otro día me dijo “es mejor cuando no tenés días off así no te acordás lo linda que era la vida” y… no sé qué es peor. Algo de razón le encuentro. Ahora que tuve dos días off, no sé cómo voy a hacer para arrancar a trabajar mañana. No me acordaba lo que era tener “tiempo libre”. A ver, obviamente el cuerpo necesita descansar. Las articulaciones necesitan dejar de hacer esos movimientos, pero, al mismo tiempo el cuerpo se acostumbra y una vez que agarramos ritmo, está bueno seguir.

Mi recomendación para trabajar en una fábrica en este caso, igual, es puramente apuntada a lo mental. No se distraigan del objetivo y aprovechen que “ya están en el baile”. No, para qué darle color eufemístico… aprovechen que “ya están trabajando” y sigan trabajando sin parar MALDITOS ESCLAVOS. A todxs nos funcionan cosas distintas. A mí en particular me funciona más explotarme intensamente que ahorrar lento a largo plazo.

6. Hacerlo sólo si estamos preparados

Esto sería un resumen de todo lo anterior pero un trabajo de este estilo no es para cualquiera. No es que me quiera hacer la capa bancadora de explotación auto-impuesta pero… soy alta bancadora de explotación auto-impuesta

*con las manos temblorosas intenta ponerse unos lentes negros mientras gesticula cara de campeona total, pero la mano no soporta el peso de los lentes, que caen al suelo y se rompen*

*observa la situación mientras empieza a hacer pucheros y rompe en llanto mientras intenta esconder la cara en sus manos*

*las manos no soportan el peso de su cara así que no le queda otra que llorar a cara abierta*.

Los que me leen hace rato saben que cargo varios problemas de autoestima y me creo buena para nada. Eso conlleva a que siempre piense que si yo puedo hacer algo, entonces cualquiera puede hacerlo. Hace unos años conocí en persona gente que no soportaba más de dos días en este tipo de trabajo y ahí entendí que HAY ALGO QUE HAGO BIEN EN LA VIDA CARAJO (?). No, pero entendí que realmente no es para cualquiera y que si yo lo banco tal vez sea porque soy una porfiada, porque hice deportes toda mi vida, porque estoy bendecida con un cuerpo saludable, porque funciono bien durmiendo 6 horas por día, porque soy terca. Porque scooby dooby y sabadaba (?).

Tampoco es que quiera asustarlos y que sea imposible trabajar en una fábrica, pero piensen si de verdad tienen ganas de someterse a un trabajo físico tantas horas por día, porque la realidad es que, no es necesario. Hay otras cosas que se pueden hacer en este país o en Nueva Zelanda.

Si por alguna de esas hermosas casualidades de la vida Work and Holiday, terminaron cayendo en una fábrica explotadora, pues aquí tienen esta guía divina llena de consejos para llorar y reírse que de seguro les sirvan para hacer de esos meses una tortura llevadera.

Titín –


Tengo un podcast también ¿sabías? Podés escucharlo en SpotifyApple Podcast, , Google Podcast,  y Youtube

4 Comentarios