Guía práctica
Motivación viajera,  Reflexiones

Guía práctica para vivir

Y mientras la ruta avanzaba lentamente, empezó a sonar Intro de The XX y su espíritu se perdió. En los sueños, las fantasías, en la infinidad de alter-egos que albergaba su consciencia.

Pero algo estaba cambiando. Adentro y afuera.

El tiempo le había demostrado que todo lo que buscaba ya lo tenía.

Todo lo que imaginaba como un imposible, como una película increíble de la que solo son protagonistas personas que ni siquiera parecen personas por lo ideales que son era, en realidad, la vida misma.

Que los días de lluvia, y el café, y los libros, los miles de cuadernos.

La tarde en el café de una ciudad desconocida. Las cruzadas de miradas que solo duran un segundo.

Todo.

Lo tenía.

Y eso la frustraba más.

Porque no existía circunstancia externa que impidiese esas añoranzas.

Solo dependía de ella.

De dejarse ser.

De hacer en vez de imaginar.

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La música terminó y todo volvió a la normalidad; esa normalidad donde no existe la esencia. Donde las verdades crudas no tienen lugar.

Ah, pero qué cómodo era estar ahí. Qué fácil era pensar que lo increíble le pasa a los demás. Qué fácil es perderse en una fantasía en vez de entenderte en el presente y mirar a tu alrededor.

Pero ¿a dónde se vive la felicidad? ¿Se vive ahí en el divague? ¿Se vive en los sueños sin que el cuerpo se entere? ¿O la felicidad se siente?

¿Por qué en vez de soñar despierta pensando en todo lo que haría sí… no lo vive?

¿No es increíble pensar que todo ya existe? ¿No es increíble darte cuenta y descubrir que nuestra fantasía puede ser tan real como la soñamos si sólo abrimos los ojos y nos dejamos ser?

Si abandonamos ese plano de fantasía tan gratificante pero incompleto y nos tiramos, enteros, a la realidad de la vida que queremos ¿qué pasaría?

Todo existe, todo eso que soñás ya es realidad, es una realidad latente, solo si te dejás ser.

Esas mil versiones increíbles de vos misma que te caen mucho mejor que la versión que te estás permitiendo mostrarle al mundo, son tan posibles y reales como la de ahora.

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La única persona entre lo que soñás y lo que elegís vivir sos vos.

La única barrera entre la fantasía y lo real, es tan de fantasía como tus sueños.

No necesitás nada más que dejarte ser y hacer. No necesitás nada más que la armonía entre sentimiento y acción.

Entre cabeza y corazón.

Te necesitás a vos y nada más.

Así que parate, salí a comerte al mundo y dejá de romper las pelotas con excusas tontas que la vida se te está pasando y no hiciste ni la mitad de lo que querés.

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